jueves, 12 de mayo de 2011
El Vestidor
Hace unas semanas que me he apuntado a una piscina municipal para hacer Aquagim, es muy grande, olímpica, que a los de Bilbao, menos nos parecen charcos.
El aquagim es una cosa que he descubierto que no me aburre tanto como la gimnasia y que me conviene muchísimo, ya que entre que voy andando y me queda bastante lejos, y que dentro del agua parece que muevo músculos que ni sabía que tenía, y sin morirme de las agujetas y sobre todo sin romperme algo por el uso repentino y desacostumbrado, pues eso, que me va fenomenal pero como en el fondo también me aburre y soy esencialmente una voyeur, tengo que sacar provecho intelectual de la experiencia, por lo cual inauguro un nuevo tema con las historias que suceden en tan rico microcosmos.
Tengo un margen de uso de mañanas por lo que coincido más bien con algún colegio de críos que arman mucho ruido, algunos despistados de mi estilo y básicamente, con la tercera o cuarta edad.
Un montón de,mayoritariamente señoras, de 70 para arriba que me dan sopas con onda dentro del agua, pero sólo por que van cada día desde hace ni se sabe los años.
Hay una que en el agua, cuando hacemos bicicleta, va tan rápido, que parece un motor fuera borda.
Es asombrosa. Da miedo.
Pero lo que más me gusta es el Vestidor.
Todo esa humanidad amontonada de mujeres desnudas mostrando sin ningún pudor ni vergüenza sus cuerpos de carnes caídas abundantes o magras, exponiendo sus miserias, sus cicatrices, toda su historia de hijos, operaciones, su ropa interior, poco sofisticada y muy relavada; las duchas comunitarias, el olor a piscina, mezclado con los diversos olores de las cremas que unas a otras se dan en la espalda, haciendo una fila de tres o cuatro, porque solas no pueden...; todos esos rituales, más importantes que la clase misma, en la que hablan mucho: de la que no está, del viaje a Mallorca con el Imserso, del hijo, de la hija , del nieto, de la cadera, de la prótesis, de las cataratas...
Estéticamente es precioso y potente y me encantaría hacer fotos y grabar lo que dicen, pero evidentemente no me atrevo..., aunque, a lo mejor, son tan desinhibidas, que no les importaría.
El caso es que ayer me enteré que a ese rato del vestidor después del ejercicio y la ducha, ellas mismas le han puesto nombre: "La Hora del Sexo", le llaman.
Dicen que es el único rato que alguien las toca.
La Hora del Sexo...
Que bueno Pombolita,es de lo mejor que has escrito ,es audiovisual ,parece que lo veo y lo oigo,muy bueno,me encantaría ir a esa piscina.Besos.
ResponderEliminarGracias guapa,me ha encantado lo de "audiovisual".
ResponderEliminarEsa piscina debe de ser similar a cualquier piscina que tengas cerca de tu casa, sólo tienes que ir y contarlo.
A mi hace unos años me hubiera horrorizado todo: el ruido, el vapor, el olor, toda esa desnudez sin pudor...no sé, creo que la edad me ha regalado el mirar con tolerancia y ver la belleza más allá de los simples prejuicios estéticos, o es que simplemente tengo más manga ancha...
Pombolita,
ResponderEliminar¿era la entrada perdida?. Si es así suerte que la has podido recuperar. Coincido en que es uno de tus mejores escritos y mira que tienes unos cuantos. Es muy evocador y muy tierno. Precioso.
Admiro que te guste ir al vestidor.
ResponderEliminarCuando voy a nadar, o a la sauna, el vestidor no me gusta.
Preferiría tener uno individual.
Besos.
Gracias Atticus, hacía tiempo que no te leía por aquí, a ver si no desapareces...
ResponderEliminarToro, debes de ser muy joven, a mi antes también me pasaba lo mismo pero ya me da igual, le encuentro cierta gracia al amontonamiento y los rituales femeninos tienen mucha tradicción de grupo, y además,es eso, que soy cotilla por naturaleza...