sábado, 10 de septiembre de 2011
Algo parecido a la felicidad...
Hace tanto calor que este fin de verano, está siendo muy, muy raro.
No recuerdo tanto calor en un mes de septiembre desde el 82.
Fue un septiembre de temperaturas altas y mares como balsas de aceite.
De hecho por razones de trabajo creo recordar que nos quedamos, con mi entonces recién estrenado marido, en nuestro pueblito de la Costa Brava, hasta final de septiembre.
En aquella época, podíamos disponer de una barca practicamente todos los días y desde luego creo que la aprovechamos a base de bien.
Estaban con nosotros una pareja de amigos vascos que tenían dos niños pequeñitos muy graciosos, debían de tener 2 y 3 años.
Recuerdo que un día estábamos en una cala sesteando, era a primera hora de la tarde y nos habíamos bañado un montón de veces, habíamos comido algo y el mar estaba tan plano que la barca apenas se movía.
Teníamos la cala sólo para nosotros y estábamos en un estado de modorra muy placentero. No se oían apenas ruidos.
No era como en agosto que continuamente andaban pasando motoras.
Era un silencio perfecto.
Y en ese silencio perfecto sin que hubiera en la barca un movimiento previo se oyó un ligero "chof" rompiendo la superficie del agua y en un intervalo de tiempo que entonces me pareció larguísimo y que debían haber sido apenas unos segundos, hubo un mínimo movimiento en la popa y se oyó de nuevo otro "chof" y al cabo de un momento algo angustioso, emergió mi amigo con la niña en brazos.
Él fue el único que se dio cuenta que se había caído al agua, supongo que medio dormida.
Evidentemente eran su hijos, y él estaba siempre especialmente muy pendiente.
No sé porque he recordado esta tarde de calor y barca.
Es muy rara la memoria.
Han pasado más de 30 años y nada en mi vida es parecido a entonces.
Ya no tengo barca ( se la llevó un temporal un día como hoy, 10 de septiembre, de hace por lo menos 20 años), tampoco tengo marido y con estos amigos, por circunstancias de la vida, no mantengo casi contacto.
Sus niños ya son treintañeros y ellos hace años que no están juntos.
Tampoco ya tengo playa.
Hay una fotografía algo desvaída de mi amiga y yo sentadas en la proa.
Hacíamos topless como si fuéramos suecas( Bilbao estaba muy atrás...), y éramos muy jóvenes y muy guapas.
Tengo el calor, el agua acariciando la "SanPedro", los pequeños ruiditos que la madera de la barca hacía, el chillido de alguna gaviota, la luz "perfecta" de septiembre, el lujo de ser los únicos veraneantes...
El privilegio de haberlo vivido.
Este verano subí unos días y fui con un amigo a una de mis calas favoritas.
Fue un día estupendo.
Estupendo el baño y estupenda la paella que nos tomamos a pie de playa.
Quizás dentro de 30 años, recordaré ese día como hoy he recordado aquel otro.
Hay que atesorar para momentos raros.
Me voy al cine...
Un cuadro precioso este que ilustra su entrada; aunque hubiera preferido una foto desvaída.
ResponderEliminarParticularmente, espero no estar dentro de treinta años para recordar el calor que ha hecho hoy por aquí también. Hace tres o cuatro días fui por primera vez a la playa este año; aunque la tengo a veinte minutos en coche, no me gusta el ambiente ni la temperatura de agosto. Me gusta la playa solitaria, y por eso suelo ir a una playa libre; ya en septiembre, uno dispone siempre de treinta o cuarenta metros a su alrededor.
Le envidio, nunca dispuse de una barca, y mucho me temo que no cataré ese placer. Suerte en el cine.
Pombolita,
ResponderEliminarEstos recuerdos son un tesoro. Hay que conservarlos a pesar de que nada és ya igual. El tiempo es impecable con nosotros y nuestras circunstancias pero no nos puede robar las sensaciones que nosotros ya nos dedicamos a manipular según nuestra conveniencia...
Bernardo, las fotos desvaídas las guardo en un cajón, de vez en cuando las miro y me digo a mi misma: " que inconsciencia, dios mío, con el poder que tenía y que poco lo he explotado..." y luego me reafirmo que la juventud en general y la mía en particular, es la mayoría de las veces, de una idiotez supina.
ResponderEliminarPero no me diga que esas rusas en las rocas no son fantásticas.
Me encanta la combinación de solidez y vulnerabilidad que la pintora ha conseguido en esas bebedoras de sol...
Si quiere saber más de Zenaida aquí tiene una buena muestra en un blog que le recomiendo fervientemente:
http://www.artinconnu.com/2009/06/zinaida-serebriakova-1884-1967.html
Galderich, ¡qué razón tienes!
ResponderEliminarLo curioso es las cosas que recordamos y las asociaciones de ideas que nos llevan a recordarlas.
Es algo que me interesa mucho.
Así soy yo: siempre interesandome en cosas de poco provecho.
En este caso recordé ese momento concreto porque tenía calor y justo antes de escribirlo, no se oía ningún ruido, estaba sola, era la hora de la siesta de un diez de septiembre que, en ese momento caí, me recordó un temporal que se llevó una barca y la estrelló contra las rocas, y yo en cambio me fuí a la placidez de otro septiembre de muchos años antes en que había tan pocas olas que el mar parecía aceite...
Y la pelicula, genial y demoledora:
Gianni y sus mujeres.
Si no visteis la anterior, Ferragosto, haced el favor de ver esta.
Y hacedlo en versión original, que es italiano y se entiende perfectamente.
Tanto en una como la otra sale la madre más divertida y perversa del cine italiano. Tanto que me da la impresión que el personaje sólo puede estar basado en su propia madre, ya que el director y actor principal son la misma persona, Gianni Di Gregorio.
Muy recomendable.
Lo que más me gustó de esta entrada es su pulso narrativo. Cada imagen tiene vida propia, es una narración muy bonita. Después, qué sé yo, recuerdos. Para lo único que sirven es para ponernos melancólicos. Yo quisiera poder eliminare de mi cabeza este tipo de recuerdos, donde luego las cosas no fueron como uno las esperaba, donde luego nada es lo de entonces. Me van a decir que es la vida, que de alguna manera debemos estar felices con lo que hemos vivido. Ni en pedo, para mí todo eso es sanata. Lo único que yo quisiera recordar es a dónde dejé las llaves del auto y a qué hora está el partido de fútbol. Todo pasado me sabe angustioso.
ResponderEliminarUn beso, y gracias por dejarme decir estas pavadas.
Gracias Lucas, me alegro que te haya gustado.
ResponderEliminarLa melancolía tiene muy mala prensa, siempre asociada a tristeza o enfermedad. Hay mucha literatura en ese sentido.
A mi en cambio siempre me ha gustado, será porque soy muy fantasiosa, o será porque caigo a menudo en ella y me parece que aprovecharla cuando como es mi caso, la sufres, es muy buen impulso para expresar recuerdos de una manera bonita sin caer en la cursilería.
Las cosas nunca son como las esperabamos, pero eso no es malo.
Ese desajuste entre lo que imaginamos y lo que conseguimos, ese adaptarse continuamente es lo que nos da la medida de lo que somos.
Hace tiempo vi una pelicula de ese actor americano horroroso que hace muecas continuamente y que no soporto: Jim Carrey.
La protagonista femenina era Kate Winslet y aquí la tradujeron por "Olvidate de mi" pero se llamaba algo así como "Eternal Sunshine".
Era un guión muy interesante y ellos, hasta él, estaban muy bien.
El caso es que en la ficción, de algún modo, creo que con una máquina, los protagonistas conseguían olvidar que se habían amado y odiado intesamente durante un tiempo.
Obviamente ellos querían olvidar los malos momentos y recordar sólo los buenos, pero era imposible los unos sin los otros, ya que todo va en el mismo paquete.
Lo de recordar dónde pusistes las llaves es otro tema...
En Vacaciones de ferragosto lo pasé muy bien pero en Gianni...me he dormido en algún instante. Efectivamente la madre y sus amigas son divinas, llenas de recursos, pero él, pobre...
ResponderEliminarAnónimo,
ResponderEliminarGianni es un retrato muy realista de algún hombre que conozco.
Siempre intentando quedar bien con todo el mundo, pero si le pinchas, no sangra.
Todas las mujeres de la pelicula están llenas de actividad, incluso la madre y su reunión de amigas, pero los hombres..., unos sentados mirando pasar al mundo ( con algún roce testimonial con la estanquera, eso si) otros paseando absurdos perritos, el novio de la hija, vegetando en calzoncillos en casa de los suegros...en fin: un panorama, para salir corriendo no se sabe hacia dónde.