sábado, 30 de marzo de 2013

Conexiones

No sé si os pasa que de repente hay cosas que a priori no tienen relación y de pronto se conectan, de un modo muy curioso e interesante, y hacen parecer como si tu vida y la de todos formara parte de una argumento,  una especie de narración escrita por un escritor algo friki.
Son bobadas, nada importante, una película, un libro...¿argumentos paralelos?.
Algo así.
A mi me pasa muy a menudo, aunque también pienso que en realidad es al revés y lo que hago es hacer conexiones entre algo que veo, leo o escucho y éso, tiene un nombre que no sé, y se lo dio  algún científico sabio o sabia en una tesis doctoral con calificación cum laude por Harvard o Yale.
Ésto que no se como se llama, he comprobado que me pasa en momentos de mi vida en que estoy inquieta por cosas que me pasan y en realidad es como si en mi cabeza se pusieran en funcionamiento conexiones que llevan meses atontadas, como periodos de más lucidez.
Como ha coincidido con este mes de marzo idiota, estoy encantada porque le da un aire mucho más interesante a la melancolía.
Estos días de recogimiento he visto un par de películas que os recomiendo encarecidamente.
Una la quería ver, porque había leído una buena crítica y además la comparaba con otra que en su día me gustó mucho: "5x2" de François Ozon; se trata de "Blue Valentine" de un tal Derek Cianfrance con un protagonista que me encanta Ryan Gosling y que está sembrado, y una actriz estupenda y muy dulce, Michelle Willians.
Si la de Ozon estaba narrada ( desde mi modesta opinión) desde un punto de vista femenino, ésta intenta y en parte consigue mantener una mirada objetiva sobre el amor y el desamor en una pareja, aunque acabes empatizando decididamente con Rosling ( a pesar de fumar todo el rato), tanto, que te dan ganas de gritarle a ella: "no seas boba, que es estupendo, quiérelo"...
La otra película que no os podéis perder es una que ni siquiera yo que soy habitual de películas raras, tenía ganas de ver, se llama: "Searching for Sugar Man" y es la historia de un músico americano, Rodriguez, que sacó dos discos que no tuvieron ningún éxito a pesar de ser buenísimos y poco después desapareció, supuestamente suicidándose en un concierto. El caso es que  alguien llevó un disco suyo a Sudafrica y allá se convirtió en un mito, un artista a la altura de Elvis o Los Beatles.
Es una historia increíble que no pienso contar porque deberíais verla, y Rodriguez era un músico maravilloso e imprescindible de oír; en spotify, está todo lo que grabó; ahora la escucho y no sé como he podido vivir sin conocerle.
Tengo a Rodriguez a todo volumen y es una música maravillosa.
No os lo perdáis.
Rodriguez y Rosling, Dean en el filme, tienen muchas cosas cosas en común y son dos historias, sin tener nada que ver,  para mi totalmente complementarias.
Pensareis que estoy loca pero tampoco lo puedo explicar, uno para no chafaros las películas y dos, porque tampoco sabría...
Y verlas en versión original, que merece la pena...



martes, 19 de marzo de 2013

¡Póngame otra...!

Cuando todos los locales de los negocios diversos de esta ciudad, que gota a gota van cerrando, se acaben de convertir en un bar,  podremos hacer un tour alcoholico sin solución de continuidad por toda Barcelona.
Si se nos acaba la pasta, podemos vender las joyas de la abuela o las cucharillas de plata en el Compro Oro de la esquina, y si el cuerpo ya no nos aguanta para tanto trasiego,  podemos ir probando algún colchón de las multiples colchonerías que también se abren. De hecho es el único sentido que encuentro a la proliferación de éstos negocios.
También se abren panaderías y tiene también sentido: hay que poner un poco de colchón en el estómago, lo que pasa es que más que panaderías parecen joyerías por el precio de la barra.
De hecho no descarto que estos negocios estén vinculados: los colchones, el pan y el Compro Oro.
Me temo que cada barcelonés que se queda en paro ( todos los de los negocios que cierran), invierte el finiquito en alguno de estos negocios. 
Se podría decir que ésto es renovación y que es natural y bueno que así pase.
Yo lo dudo.
A mi me parece que esto es poca previsión por parte de quién tiene que hacer política de ciudad a medio y largo plazo.
Pero yo soy una ignorante que ni siquiera he ido a la universidad.
En esta jungla se espabilan bastante, los bazares o colmados chinos y las fruterías de los pakistanís; como a éstos la normativa ( ¿hay alguna?) se la trae floja y están dispuestos a hacer todas las horas del mundo se incrustan entre bar y bar, con  una estética horrorosa, hay que decirlo, y van haciendo caja céntimo a céntimo...
Pasear desde mi casa hacia el centro es desolador y menos mal que he decidido irme, porque esta ciudad de bares me horroriza y, no tengo nada contra los bares, pero eso de estar uno al lado del otro yo creia que sólo pasaba en la calle Licenciado Pozas de mi ciudad natal, Bilbao. Una calle horrorosa con olor a vino en la que excepto algún taller de coches, los bares formaban un boulevard alcohólico sin solución de continuidad.
Me pregunto que sentido tiene que una ciudad solo tenga este tipo de negocios. ¿Y qué atractivo?
Las tiendas para los super ricos del Paseo de Gracia y aledaños, no tiene absolutamente ningún interés para mi ( parece una que esté en el aeropuerto) y creo que solo interesan a los ricos, cosa que ni siquiera entiendo ya que, ¿qué más da estar aquí, en Londres o París, Hamburgo o Nueva York si  en todos esos sitios están y son exactamente iguales...?
Yo me acuerdo cuando las ciudades se diferenciaban unas de otras, entre otras cosas por la peculiaridad de sus comercios.
En Barcelona, ¿cúal es la peculiaridad?, ¿los bares y Gaudí?
Pues vaya mierda.
Me quiero ir.
Me pregunto: ¿ en realidad para quién son los bares,  para los que pueden comprar en las tiendas de lujo o para los que sólo pueden mirar y se consuelan bebiendo ?


lunes, 11 de marzo de 2013

Un mes díficil

Hace días que no escribo y si yo no fuera una insensata no debería hacerlo, debería dejar pasar los días, dejar que se acabe este mes de marzo que recién empieza, dejar que llegue abril, otro mes mas clemente conmigo, un mes prometedor, amable, un mes que trae ya otros aires y se lleva esta desolación que se me ha echado encima.
El caso es que objetivamente no me ha pasado nada que no me haya pasado en febrero ni me pasará en abril o en mayo, pero tengo comprobado que no es un mes bueno para mi estado de ánimo y que emocionalmente me pasan cosas que aún no controlo bien y que hacen que acabe cayendo en una melancolía muy interesante pero poco práctica.
Es curioso porque si analizo que ha pasado en todos los meses de marzo de mi existencia hasta ahora, no consigo identificar o recordar más de 2 o 3 hechos realmente importantes para mi, la muerte de mi padre está entre ellos y seguramente es la única causa en la que realmente yo no he tenido capacidad de decisión: el enfermó y en pocos días, murió. Punto.
Los otros realmente fueron en marzo como podrían haber sido en febrero o en abril, de algún modo  todo se precipitó para que pasaran en ese mes y no en otro porque yo lo decidí así.
El caso es que creía que era casualidad pero empiezo a pensar que no, que no es así sino que es una causalidad, y que la causa de que todo pase en marzo es el propio mes de marzo, su luz, el ángulo del sol sobre la tierra, como empieza ésta a entrar a distinta hora por mis ventanas, cómo se mueven los pájaros en el jardín, su parloteo, todos esos millones de brotes que milagrosamente aparecen en esos árboles que parecían muertos, la lluvia tan nostálgica que me devuelve a mi país...
Marzo no me conviene.
Ayer al mediodía, desde mi ventana, después de unos días de lluvia, el parque estaba reluciente de limpio y tan lleno de niños que no paraban de moverse, que por un momento, tuve una pequeña paranoia en que me parecieron pequeñas hormiguitas como cuando se vuelven locas y parece que cada una va a un lugar distinto. Los padres eran de aquellas más grandes.
En fin, no me había tomado nada, pero parecía que si.
Un tripi, algo...
¡A buenas horas, mangas verdes!, yo que no he probado nada más peligroso que un porro ( por miedo, lo reconozco) ayer tuve un momento Castaneda, ¡un viaje, pero barato...!
Se me pasó enseguida, tengo que confesar que como estoy haciendo un libro de los mios, me paso horas delante del ordenador y  creo que éso influyó : mi cerebro, mis ojos, estaban cansados, seguro.
Y marzo aquí sigue aún, durante veinte días más...