
Tengo la impresión de que el día después de unas elecciones, cada vez se parece más al día del sorteo de lotería de Navidad.
La estética es más o menos la misma, y las sucesivas declaraciones de los interfectos por ahí andan.
Los que las ganan están de subidón como si les hubiera tocado mismamente el gordo...la lengua les patina por todo el alcohol con el que que han ido celebrando los diferentes resultados hasta la confirmación de que sí, que el ayuntamiento es suyo, que la diputación también, que además tienen mayoría..., que se van a poder colocar practicamente todos los de la lista aquí y allá, que barren para casa en todas partes...
En fin que, ¿no os parece muy sospechoso que una cosa que significa que si ganas tienes la obligación de trabajar para los demás en el servicio público, durante al menos cuatro años, produzca semejante euforia?...
Y los que las pierden:
pues a esos parece, que este año tampoco les ha tocado el gordo, que no pellizcan ni la pedrea...
¿Y cómo se explican los resultados ?:
Pues exactamente como si fuera una rifa, sin ninguna autocrítica, con la que está cayendo...
No sé si seguir reflexionando, comprar un billete para el Niño o directamente cambiarme de país...