Ginostra, una isla, dentro de una isla, dentro de una isla...
Vamos de excursión a Ginostra y nos quedaremos a pasar la noche en una especie de bed& breakfast eoliano.
Íbamos a ser cuatro mujeres con la australiana casada con el urbano, la prima milanesa y nosotras, pero al final la cosa se complica y sólo quedamos La Prima y yo. Nos da pena porque una de nuestras intenciones era intentar averiguar qué encantos tenía el urbano que nosotras no éramos capaces de ver y además, por que, las dos que no vienen, son muy majas a la vez que muy distintas lo que hacía más interesante la excursión, pero nuestra familia se basta y sobra ante éstas situaciones, por lo que cogemos La Prima y yo el aliscafo a mediodía para ir hasta Strómboli que es donde está Ginostra...
Ginostra son esos puntitos blancos a la izquierda y está aislada del resto de la isla.
En invierno viven unas 20 personas y en verano bastantes más, unas 500, creo.
Es el último sitio de Italia donde se instaló la luz eléctrica, fue en el año 2005.
Hasta entonces se han apañado como han podido, ahora se ven bastantes placas solares.
Tampoco había agua corriente, funcionaban con cisternas y pozos.
Durante este siglo el volcán ha tenido diversas erupciones importantes, la última también el 2005 y casi siempre lo que cae, cae del lado de esta población lo que ha comportado históricamente, la evacuación hacia otras islas. Siempre vuelve alguno y la cosa vuelve a empezar...
También han emigrado a América y Australia como tantos sicilianos, eso hace que en este momento, una de los dos únicos negocios de la isla esté regentado por una argentina de abuelos sicilianos con un marido de padres de Strómboli y unas hijas con cara de querer huir hacia donde sea...
El aliscafo te deja en un puerto bastante inhóspito, formado por cuatro gigantescos pedruscos y un sendero polvoriento hacia un camino de piedra muy currao pero empinadísimo, hacia el pueblo diseminado a media falda del volcán.
Hace dos años, cuando fuí a Stromboli "capital", ya paramos aquí con el barco. Entonces aún no había puerto por lo que salia una barquita hacia la nave y bajaban paquetes y pasaje como en cualquier pelicula del siglo pasado. Era muy bonito, pero ésto es más cómodo.
Ahora tienen hasta un pequeño helipuerto por lo que si el tiempo no lo impide, aunque haga muy mala mar, pueden ser evacuados en caso de enfermedad, por ejemplo.
Mi teoría es que todas estas moderneces las han pagado de su bolsillo los nuevos moradores de la isla ( 90% de alemanes con mucha pasta) porque, según un libro que nos compramos sobre la isla, históricamente los lugareños estaban divididos en dos facciones irreconciliables con lo que si uno decía blanco, el otro de alguna manera trágicamente siciliana, tenía que decir negro, para no quedar mal ante la historia.
Por eso quedan 20 autóctonos...
Las casas están diseminadas por una ladera muy verde, llena de caminitos de piedra que van de una a otra. Son de construcción muy sencilla, un cubo que está más o menos adornado con frisos y columnas clásicas, en general blancas pero algunas coloreadas en tonos pastel. Como hay mucha vid, higuera, olivo y chumbera; no hay coches, ni motos, sólo burros ( que no vimos sólo lo oimos, lo que me hace sospechar que se los han cargado y han hecho una grabación que ponen de vez en cuando...) pues en realidad te parece que estás en el tiempo del emperador Claudio y que sólo te falta ponerte la clámide y la sandalia y tumbarte a la bartola con unas uvas en la mano, para redondear la ambientación.
Es MUY bonito, pero he de decir que algo inquietante. Oyes algunas voces, porque no hay ruido, pero no ves nada y de vez en cuando, por los enrevesados caminitos, te encuentras con alguien que según nuestra experiencia suele ser:
1- uno de los 4 "colgaos" que se quedaron en la "isla dentro de la isla" en los 70, son inofensivos pero poco o nada comunicativos.
2- un alemán o alemana que te ignora o los dos juntos que aún te ignoran más.
3- la boba de nuestro bed&breakfast que debe de ser la conjunción de varios siglos de endogamia, mona pero muy limitada.
4-unos vecinos veraneantes que han decidido que la isla es nudista si o si y que son muchos, 6 o 7 y todos muy feos y muy gays.
5- y por último, 2 o 3, no sabría decir exactamente, individuos extranjeros de algún país en donde son muy oscuros de piel pero tienen cara de indios, con una ropa blanquísima y unas piernecitas algo enclenques pero fibrosas, y no son pakistaneses pero si están acostumbrados a hacer de porteadores y que me temo que ahora sustituyen a los burros en lo que seguramente es una "solución alemana", y por eso lo de la grabación. A estos tíos los vemos por primera vez ocultos por unos colchones que sólo dejaban al descubierto las piernas y que llevaban de una punta a otra a la manera de hormigas gigantes.
Tambien vemos un especimen rarísimo de residente, en el cementerio, ( aún no sabemos en realidad si es hombre o mujer, pero es grande y poco amistosa y durante un momento que se lleva la mano a la mochila, La Prima está convencida de que saca una metralleta y nos liquida allá mismo).
En el cementerio cotilleamos un poco y descubrimos que el 85% de los muertos se apedillaban Lo Schiavo.
Hay que decir que es la vista mas bonita del lugar en lo más alto del pueblo y con todas las otras islas colocaditas delante.
Eso de Lo Schiavo debe de venir de que leimos en el libro que hace mogollón sólo vivía un eremita y naufragó un barco de exclavos y se quedaron unos cientos de años haciendole compañia.
Se quedaron y se multiplicaron, pero decidieron buscar un apellido para todos igual, para no tener lios...
El caso es que cuando conseguimos llegar hasta nuestra habitación, dado lo empinadísimo de la cuesta, juro que no vuelvo a bajar al puerto a bañarme, ya que veo que hay un pozo y un cubo con cuerda, una terraza monísima y un jardincito muy apañao, mas unas tumbonas estupendas que junto con la vista y la soledad, no hay nadie más, es todo lo que necesito. Tan ricamente.
La habitación no está mal pero muy cutremente arreglada y el baño da un poco de asquito, por si acaso, apenas tiene luz, para que no veas la porquería...
Menos mal que la cena que hemos reservado en uno de los dos restaurantes de la población, está de muerte, aunque tampoco vemos casi nada con solo una velita; y en la vuelta a casa, como no hay luz, ni tenemos linterna y es todo laberíntico, tenemos ciertas dificultades.
A cambio se ven tantas estrellas que parece de mentira y, cada 20 minutos, el resplandor de la erupción del volcán encima de nuestras cabezas.
Total que con todo lo que hemos leído en el libro de marras, de aparecidos, exclavos, naufragios, erupciones y serpientes, decidimos cerrar la puerta que da a la terraza no vaya a ser que tengamos visitas inoportunas.
Mala idea, ya que no pegamos ojo, hace mucho calor.
El desayuno es malísimo. Para empezar el concepto tostadora no lo entienden y apetecible menos, pero la vista es preciosa.
Vamos a ver a la argentina y compramos postales porque nos hemos enterado que sólo los sábados,-es sábado-, hay cartero de 10 a 1 y que viene desde Lípari.
Nos hace mucha ilusión y vamos corriendo a tirar una "cartolina" (una postal, me encanta el nombre), pero descubro que sólo recuerdo mi dirección y la de mi madre, por lo que me mando una postal a mi misma y otra a mi madre.
Aún no la he recibido y estoy muy intrigada de cuánto tardará, en realidad de si llegará alguna vez.
Claro como ahora nunca escribimos cartas...
La Posta es muy cutre y está al lado del médico ( ese está todos los días), pero por su aspecto infame y el de su desastroso consultorio mas te vale ir directa con Los Schiavos al cementerio.
Total que nos damos unos cuantos paseos cruzándonos con los porteadores hormigas y demás, y después con nuestra mochila al hombro, emprendemos el descenso al puerto.
Vamos a coger la nave, que se hace esperar, por lo que dado la falta de sombra existente en el puerto, fabricamos una tienda-chamizo con todos los pareos que llevamos encima y allá mismo nos comemos unos bocadillos riquísimos que nos ha hecho la argentina y es que ese es el resultado de la fusión de culturas: Nosotras, vascas expatriadas cada una viviendo en sitios distintos, como nuevas refugiadas en una isla, dentro de otra isla llena de ricos alemanes, debajo de un volcán humeante, comiendo una comida italiana elaborada por manos argentinas en un mar, donde nosotras no vemos pero navegan pateras que no saben que llegan a una isla dentro de una isla, dentro de una isla, dentro de una isla...
Cuando llega la Nave, llega corriendo la cartera con una mochila.
Se va, pero espero que dentro lleve nuestras cartolinas.
Y aún continuará...
Hace 1 día
Qué mejor publicidad para un mundo perdido de la mano de Dios y de Satanàs!
ResponderEliminarLos alemanes se horrorizarian si se enteran que las hago publicidad de "su" isla, ellos creen vivir en el paraiso perdido, sólo han necesitado construir un helipuerto y a "eso" no creo que inviten...
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