lunes, 26 de abril de 2010

Anexo a Construyendo una personalidad

Ahora me doy cuenta que, en realidad, no he dicho lo que verdaderamente quería decir:

Es bastante alucinante que de una simple falta, que comete una adolescente contra la normativa de su colegio, se monte una polémica a nivel nacional.
Los medios deberían medir sus palabras, TODOS, y no crear problemas donde no los hay y la niña, pues que cumpla las normas o que la cambien de colegio, que el resto del mundo no tenemos por qué enterarnos de sus rebeldías.

¿Habéis visto las compañeras, todas con velo?
¡Qué insensatez!

Aprovecho para dejaros una muy mona, con cosas en la cabeza...
...Y es que, ¡fíate de las sumisas!

9 comentarios:

  1. En eso te doy toda la razón

    por cierto cuando era jovencita me dio por llevar pañuelos en la cabeza, era la época hippy...jajaajj

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  2. Y a mi, y estábamos monísimas, ahora, cuando me he intentado poner uno, no te digo lo que parezco...

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  3. No te fíes nunca de las sumisas.Son unas perversas

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  4. Mi hermana es maestra y por la quimioterapia tuvo que llevar unos meses pañuelo en la cabeza. ¿que pasaría en la clase,la hubieran tirado por llevar pañuelo? Un pañuelo en la cabeza no creo que pueda ofender a nadie,salvo a los que no amen las libertades. Otra cosa sería llevar la cara tapada,sin saber quién se oculta detrás.Un abrazo.

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  5. Jó, Lolibel, yo no he hablado de otros pañuelos, seguramente me he explicado fatal, lo que quería decir es que se crean polémicas donde no las hay y eso es muy peligroso.
    De eso hablaba, y también de poner límites.
    No poner límites, no es educar en libertad.
    Creo que hay cierto lío en los conceptos y creo que, finalmente estas polémicas interesan porque siempre, benefician a la derecha más rancia y, desde luego, no le beneficia nada a ésa niña del pañuelo, ya que convierte una opción que ella toma para afirmarse en lo que se quiera afirmar, en un hecho público en el que todo el mundo se permite opinar, dando una importancia que no la tiene a una norma de orden privado de un centro, empezando por mi, claro, y yo, puesta a opinar ya he dicho que es una pena que la niña se ponga un velo que, digan lo que digan, sirve para ocultar un pelo supuestamente atraedor de miradas pecaminosas y que estaría mucho más guapa sin él.
    Y nada más porque si alguien he sido rebelde a los 14 o 15 he sido yo, y me he vestido de lo que me ha dado la gana en mi ciudad de provincias en la que "el qué dirán" era norma y en la que, cuando todo el mundo, iba perfectamente vestido de tres colores, azul, verde y rojo, yo iba de lila, rosa o amarillo con faldas hasta los pies y botas camperas.
    Para afirmarme, pero siempre estupenda y con la melena al viento.

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  6. Está claro que el habito no hace al monje, pero crea cuanto menos una cierta apariencia que lo diferencia y en ocasiones hasta lo distancia de los demás, y esas distancia y diferencia no siempre son buenas, y menos buenas incluso cuando se pudieran convertir en armas arrojadizas o en guetos inaceptables para los que quieren vivir voluntariamente en ellos y para los que los proponen como solución. Si a lo dicho le añado que cuando tengo invitados, que suele ser una lata, suelo trastocar el orden de mis cosas para agasajarlos y estar pendiente de ellos como casi todos, pues ya le he dicho todo lo que quería decirle. Que lo excepcional hay que atenderlo y hasta sufrirlo, que de todo hay en la viña del señor, por respeto a las más elementales normas de educación. Pero si aquellos invitados ocasionales se me instalaran para siempre, está más que claro que no podrían pretender que mi vida cambiase absolutamente y la de ellos ni un ápice. En el ámbito interno cada cual es un mundo, pero en el externo…

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  7. Pues eso, Isadora, muy bien explicado.

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  8. Soy de la opinión que enmarca la frase: "Donde fueres haz lo que vieres", y creo que esa moza no sabe a qué intereses está sirviendo. Sus compañeras le han seguido el juego apoyándola, porque los jóvenes serán siempre jóvenes, y no tienen tiempo de pensar demasiado profundamente las cosas. Creo que su familia, y ella por extensión, han cometido un error al estar bajo los focos; no tendrá la ocasión de ser uno más, y los conflictos que tenga en el futuro estarán ligados a esta obstinación. Es curioso como estas gentes que vienen de la opresión más brutal, se sueltan el pelo en sociedades permisivas y luchan por imponer las hilachas de su miseria cultural. Han salido de sus países y quieren llevárselo con ellos allá donde fueren, sin entender que todo lugar tiene sus reglas, y como invitado, deben seguirse al menos como acto de respeto. No estoy en contra del mundo musulmán, pero este no lo es, y si no lo aceptan, tendrán ssiempre la posibilidad de volverse a su país de origen, a difrutar de sus tradiciones culturales sin barrera alguna.

    Rodrigo D. Granados

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  9. Es una opinión muy sensata, Rodrigo. No esperaba menos de usted.

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