martes, 27 de marzo de 2012


A partir de hoy, me encanta ir a la oficina de correos.
Tengo una cerca de casa, es pequeñita y como está en una manzana de casas en que no hay comercios, pasa muy desapercibida y siempre hay muy poquita gente.
No hay ni máquina para coger números y los empleados parecen estar encantados de serte útiles.
Ya me ha pasado mas de una vez que noto que el trato que tienen es muy profesional, hacen muy bien su trabajo, pero también procuran que a ti te sea beneficiosa la gestión.
Tenía que mandar un paquete a un sitio complicado: las islas Eolias, en Sicilia, y había calculado que me iba a costar por peso y bulto, unos 45 euros.
Yo había hecho un paquete algo cutre, con una caja de cartón aprovechada y un montón de cinta adhesiva diferente, ya que se me han ido acabando los diversos rollos que he ido pescando por los desordenados cajones de mi casa...en fin, que me ha quedado apañado por fuera y muy bien por dentro porque ya lo he precintado con plástico( os aseguro que si viéseis como llevan en los barcos el correo a las islas, vosotros también os hubierais esmerado, que es que les van pasando las olas por encima...) , total que al pesarlo en correos, pasaba 100 gr de los dos kilos y entonces el empleado, muy amablemente, ha considerado que era una pena porque por esa minucia iba a pagar mucho mas, ya que hasta dos quilos puedes mandarlo como carta certificada y eso me costaba 22,50 euros, cosa bastante surrealista ya que era un paquete enorme.
Pues va el hombre y me dice: "no te preocupes que lo vamos a aligerar un poco y luego te lo arreglo yo con cinta de la nuestra" y ante mi asombro, se ha puesto a recortar cartón de la tapa, con unas tijeras , hasta que pesandolo, lo ha clavado en los dos quilos.
Claro han quedado unos agujeros considerables, pero entonces, ha empezado a poner cinta adhesiva como un loco para taparlo todo bien, que me ha forrado practicamente todo el paquete que parecía mismamente una boya por el amarillo de la cinta.
Lástima no haberle hecho una foto. No me he atrevido porque habíamos conseguido ya hasta hacer una pequeña y asombrada cola....pero no era para menos.
El problema es que con tanto precinto, ha conseguido que volviera a pesar exactamente lo mismo que lo quitado...
pero "mi hombre de correos" mi empleado ideal, no sólo no se ha arredado ante semejante revés sino que me ha dicho "total, lo sello yo" y le ha empezado a poner papelitos y sellos pasando de todo, además, cuando ha visto el destino, estaba tan encantado que me ha dicho en plan protector:
" A Sicilia..., a Sicilia si no lo certificas, no te lo admito, porque no llega...."

Este, como mínimo ha leído a Montalvano y ha visto el Padrino varias veces...
Mañana voy a ver si mando algo a algún otro sitio.

Si veis por el mediterráneo un paquete nadando, es mío, es que se ha caído del aliscafo...

5 comentarios:

  1. Es que en esa zona en la que vives aún se puede respirar a ese pueblo que fué. Que delicia de correos. En el barrio de Sarriá había una en la que trabajaba con su bata gris y todo un personaje correctísimo que resultó ser un infante de España. Alguna vez le visitaba una señora y hacían tertulia. Era una pariente suya también a su vez infanta. Me daba caramelos.
    No estoy hablando de cuando el asalto al Palacio de Invierno.

    Latia

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  2. Pues un poquito si que parece, ¿qué infante era ese? ¡qué tiempos...! ahora los infantes hacen otras cosas...

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  3. Pombolita,
    Cuando me envian a Gran de Gràcia eso es un caos! En cambio en esta oficina que comentas cuando envias alguna cosa agradecen la visita. ¿Por què nos hacen ir a buscar los paquetes que recibimos a la otra punta teniendo esta oficina?
    A pesar de este problema burocràtico tu historia, como siempre, contada genialmente.

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  4. Eso digo yo, no entiendo que nos hagan ir a Gran de Gracia teniendo esta tan cerca.
    ¿Verdad que son muy amables?
    Es como en las elecciones, nunca he conseguido votar en nuestro parque, siempre me mandan más lejos...

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  5. Quiero dejar constancia que hoy dia 7 de abril, llego mi paquete amarillo, en perfecto estado, a Santa Marina de Salina, en el archipielago de las Eolias.
    Mandaba unos bolsos que parece que han tenido mucho éxito.

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