Hace 2 semanas
lunes, 30 de noviembre de 2009
De prima en primo...
Mas o menos así quedamos después de cenar un cocido de "tres vuelcos" que la mujer de mi primo se empeñó que teníamos que probar por una vez en la vida...
Buenísimo pero muy poco conveniente.
Es que también he estado en Madrid, que es una ciudad que me gusta mucho.
Tan vital.
La calle de la Bola,-me encanta el nombre-, el Madrid castizo del Palacio Real en la Plaza de Oriente y un restaurante de la familia de Verdasco, el tenista; en martes y bastante lleno, como diría Sabina, -"crisis, ¿dónde está la crisis'- mucho local y mucho japonés,-por cierto que "fashion" son, no les falta un detalle de lo mas moderno...-, y luego muy delgaditos, porque no ves uno gordo, pero se metieron los tres vuelcos sin rechistar y luego salieron tan frescos , no como nosotros...
El primer vuelco son los fideos que te los inundan de caldo con medio centímetro de grasita de chorizo....muy rico pero muy peligroso; el segundo vuelco, -que ya no me acuerdo muy bien- creo que eran los garbanzos....matadores, sobre todo por la noche; yo es que jugué con ellos pero como no me emocionan, casi no comí, y eso que estaban, hay que reconocerlo, muy buenos; y el tercer vuelco, ya a mogollón, la col y demás verdura, con la carne, chorizo y yo que sé que más....que es que se desbordaba el plato...
Sin comentarios.
Resumiendo como la escudella y carn d'olla catalana pero más contundente, y en Madrid,-donde los camareros son mucho más simpáticos, ( hay que reconocerlo) - y en castellano.
Una experiencia.
Y eso de la simpatía de los camareros madrileños, la extiendo a los dependientes, taxistas y demás servicios....aún a riesgo de ser muy criticada en Cataluña.
Porque....¿por qué son tan bordes en Barcelona?.
Es que en muchas tiendas, por ejemplo, de entrada, parece que te estén haciendo un favor.
Vamos mal.
Y una cosa que me encanta de Madrid con respecto a Barcelona , es que la mayoría de los sitios de esos de toda la vida como bares, tascas y cafeterías, están llenos de madrileños además de la gente de paso, no como en Barcelona que sólo ves turistas en bermudas...
¿O no?
¿Será por el Estatut? o será ya de antes...
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A la Bola de la calle de la Bola hay que ir con hambre y con efectivo metálico en la cartera. Allí no se andan con chiquitas, con finolis chiflados por la “new cuisine”, ni con portadores de dinero plástico. La única concesión que se permiten es la de confraternizar con los japoneses, todos ellos tan formales y pequeñitos, que en forma alguna desentonan con el lugar, poniendo un toque sutil de amarillo a la decoración exterior del establecimiento, toda ella en rojo. En fin, que muy castizo y muy selección nacional (con permiso del statut).
ResponderEliminarLa próxima vez le recomiendo los huevos fritos con jamón y patatas que los hay en todas partes pero allí tienen "usía"
Pues me apunto a los huevos, Isadora, es mi plato favorito...es verdad que la decoración en rojo tiene gracia.
ResponderEliminarYa veo que lo conoces bien.